En una esquina de la sociedad de la opulencia habita un grupo de personas que reclaman nuestra atención. Tal vez no los veamos desde nuestros salones con vistas y DVD, pero están ahí, esperando unas manos tendidas, que por gracia o por desgracia, son casi siempre las mismas. Entre estas manos solidarias se encuentran las de los trabajadores y voluntarios de una entidad como Cáritas. Ellos son un soplo de esperanza en una institución que atiende necesidades pero que -a Dios rogando y con el mazo dando- también actúa de altavoz ante las injusticias sociales.
Fue en 1980 cuando Cáritas Diocesana de La Rioja comenzó a apreciar el aumento del número de personas que acudían a las parroquias en busca de un techo o de un alimento. A partir de ese momento, Cáritas comienza a organizar servicios y centros de acogida, sobre todo en aquellos lugares donde hay trabajo agrícola, ya que es donde más personas llegan buscando un sustento.
Como afirma en el último informe sobre los ´sin techo´, «la realidad y la problemática de esos años han cambiado considerablemente, sobre todo con la llegada de numerosos inmigrantes, lo que ha hecho que los recursos y la forma de trabajar con estos sectores de la población haya también cambiado y se avance en temas como la acogida de los trabajadores, las condiciones laborales, la creación de recursos, etc.
En estos veinticinco años se han abierto centros en Alfaro, Arnedo, Calahorra, Casalarreina, Cenicero, Fuenmayor, Haro, Huércanos, Nájera, Navarrete, Pradejón, Rincón de Soto y Santo Domingo de la Calzada. Sin contabilizar los datos de Logroño -donde se atiende a través del Centro Municipal de Acogida y de la Fundación Cocina Económica-, las últimas cifras aportadas por Cáritas demuestran esa realidad, hasta el punto de que el incremento en un sólo año, entre 2003 y 2004, ha sido de casi un 25% (de 1.389 a 1.773). Datos que se acompañan de un análisis de la situación y que también pone el dedo en la llaga al denunciar la «lacra socio-laboral, que no llega a erradicarse, de la figura del subcontratador (…), que provoca una brutal explotación de los trabajadores sometidos a continuos abusos y que es una práctica que se está extendiendo de las tareas agrícolas a sectores como la construcción o las bodegas». Cáritas, dice en su informe, «cree en la importancia de denunciar tales hechos ante la Administración, sensibilizar e informar a la población en general, al agricultor (a través de charlas con sindicatos sobre el contrato de origen), y a todas las personas que pasan por los centros y servicios de acogida».
En el caso de La Rioja se da una temporalidad importante debido a las tareas agrícolas, un sector donde menos control laboral existe y donde más se abusa de los inmigrantes. El año 2005 todavía no ha concluido, pero los datos de los centros de Fuenmayor y Cenicero, que abren estacionalmente para la vendimia y que ya han hecho balance, demuestran que el aumento es imparable: en el caso de Fuenmayor se ha pasado de 52 casos en el año 2004 a los 102 de este año. Además del número de in migrante, otro dato que se constata con las cifras en la mano es el incremento en el número de mujeres sin techo (del 5,9 al 9,9%).